domingo, 12 de julio de 2009

RECUERDOS DEL PASADO

Este sábado mientras conducía se me coló un recuerdo del pasado.
Fue un grato recuerdo.
Mi padre, en paz descanse, y yo por la avenida comiendo un helado mientras él me contaba una leyenda. Todo ocurrió cuando apenas contaba con diez años, pero dicha leyenda me marcó profundamente.
La leyenda, según me la contó mi padre, que no conocía completamente los entresijos de la misma, venía a decir en esencia que no existían suficientes granos de arroz en el mundo para meterlos en un tablero de ajedrez. Al parecer un matemático le había dicho a un rey chino (sería un emperador) que se apostaba no se que cosa que no recuerdo (seguramente grandes riquezas) si conseguía meter los granos de arroz en el tablero de ajedrez.
Imaginad mi asombro, eso era muy fácil y se lo dije a mi padre. Inmediatamente pensé en llegar a mi casa y coger el tablero de ajedrez y volcar un paquete de arroz rocío sobre él para demostrarselo. Con al menos dos paquetes, pensé, tendría mas que suficiente para llenarlo y así se lo hice saber, pero el me dijo que había una regla para llenar el tablero.
Oh, claro, la cosa tenía su truco, pensé.
La regla, según me contó era muy simple, sólo había que colocar un grano de arroz en la primera casilla, el doble en la segunda y así sucesivamente, o sea, dos en la segunda, cuatro en la tercera y así hasta llenar los 64 cuadros del tablero.
Mi padre me dijo que el número era tan gigante que no existía y que lo probara primero con una calculadora (supongo que sería para que mi madre no se mosqueara con todo el arroz por el suelo y eso). En cuanto llegué a mi casa, cogí una pequeña calculadora Casio de color gris clarito y comencé a hacer las operaciones. No había llegado a la mitad de las casillas del tablero y ya me faltaban dígitos para continuar y en ese momento di por sentadas dos cosas.
Primero, que existían números imposibles de pensar si quiera y segundo que mi padre era superlisto.
Aquella noche, os lo juro, soñé con un tablero de ajedrez gigante en el que iba colocando los granos de arroz que sacaba de una gigantesca caja de arroz rocío.
El tiempo pasó y muchas calculadoras pasaron por mis manos y claro, por defecto siempre intentaba hacer esa operación, bueno…, eso y lo de “3838 13”(si le dais la vuelta al monitor veréis “EL BEBE”, fuerte chorrada). Más tarde lo intenté con las revolucionarias calculadoras de diez dígitos y nada. Luego con las horribles y complicadas calculadoras científicas, pero estas arrojaban un resultado tan abstracto en su pantalla de cristal liquido que me resultaba incomprensible.
Para no marear más la perdiz, diré que el número resultante existe, por supuesto, y es enorme. Al parecer es el resultado de elevar 2 a 63. En eso mi padre se equivocó. Yo no soy capaz de entender ese tipo de números, debe ser que no se pensar exponencialmente. Lo confieso, no me gustan las mates, pero según parece el resultado es mayor que la producción de granos de arroz mundial actual, y en eso mi padre si tenía razón (creo).
Estuve investigando hace tiempo esa leyenda y encontré una que hablaba de un emperador chino y un maestro de ajedrez, al parecer mi padre no iba tan desencaminado. Pero también encontré lo mismo con un Visir y un Rey de la india, o sea que...
Total, que la leyenda digamos que es un poco voluble en cuestión de personajes pero el meollo de la cuestión es la misma.
Y lo más importante de todo, es que mi padre hizo que me cuestionara muchas cosas, me hizo fantasear y me hizo ser perseverante.
Gracias Papá.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena la historia. Ya la habia oido, pero siempre es bueno recordar. Mi padre nunca me conto una historia, ni si querea un cuento corto. En fin.

Unknown dijo...

Tu escrito me ha emocionado.

Dyan dijo...

No es menos cierto un cuento por boca relatado

que escrito en un nicho ya olvidado

De padre a hijo suspense de lo obviado

No menos creído por el hijo lo contado.